jueves, 18 de abril de 2013

Mi relación con las labores / costura.

Mi madre era primorosa en las labores, capaz de hacer todo lo que se proponía y, además, lo hacía muy bien, por lo que ninguna de sus tres hijas intentó jamás aprender.


Detalle del motivo central del estor que hizo mi madre cuando tenía 13 años

Ella no tenía paciencia para enseñar, creo que tampoco lo intentaba. Yo, por ejemplo, cogía la aguja y las tijeras con la mano izquierda, por lo que, nada más empezar, me disuadía o me animaba a dejarlo porque "con esa pinta nada puede salir bien". Yo no me ofendía, simplemente tenía una escusa para no hacerlo. Después de todo aquella era una actividad que no me interesaba nada y en aquel momento me atraía bastante más la lectura. De hecho, incluso ahora con el sólo hecho de pensar en una aguja, me empiezan a transpirar las manos. Jamás hice aquellas labores que, en mis tiempos de colegio,  había que presentar para aprobar una asignatura cuyo nombre no recuerdo. Afortunadamente no era necesario hacer examen, sólo había que presentar una pequeña muestra que, creo recordar, me hacían Flore o mi madre. Por supuesto yo nunca fui capaz.

El caso de Concha fue diferente. Con ella tampoco tuvo paciencia para enseñarla pero como "ponía mejor pinta" tenía más futuro.

Afortunadamente, antes de morir, mi madre tuvo tiempo de ver algunas de las labores de Patchwork que ya había hecho Concha. Además de lo mucho que le sorprendió ver que una de sus hijas era capaz de hacer labores, se sintió orgullosísima de ella. Concha sólo se limitaba a poner en práctica lo que, durante muchos años, había visto hacer a su madre.

En este enlace podéis ver alguna de sus obras maestras.
https://plus.google.com/photos/115625842424409771071/albums/5430418105285967137?banner=pwa



domingo, 14 de abril de 2013

Mañana de sábado en La Casa de Campo

Ayer pasamos la mañana en la Casa de Campo de Madrid, lugar que conozco poco porque, cuando quiero o queremos campo, solemos ir al pueblo. Nos llevó Maite en su coche, que había estado unos días antes y vino encantada de la hermosura campestre.

También se apuntó Matilde, profesora de francés y antigua compañera de la escuela de San Fernando de Henares, que  había venido de su Girona adoptiva  para pasar el fin de semana en Madrid. Debido a lo que ha llovido ultimamente, el campo está especialmente bonito. Más que paisaje de dehesa, parecía un paisaje suízo, pero con encinas. Disfruramos de lo lindo. Además hizo un día espléndido.



Maite, Matilde y yo en la Casa de Campo de Madrid