Detalle del motivo central del estor que hizo mi madre cuando tenía 13 años
Ella no tenía paciencia para enseñar, creo que tampoco lo intentaba. Yo, por ejemplo, cogía la aguja y las tijeras con la mano izquierda, por lo que, nada más empezar, me disuadía o me animaba a dejarlo porque "con esa pinta nada puede salir bien". Yo no me ofendía, simplemente tenía una escusa para no hacerlo. Después de todo aquella era una actividad que no me interesaba nada y en aquel momento me atraía bastante más la lectura. De hecho, incluso ahora con el sólo hecho de pensar en una aguja, me empiezan a transpirar las manos. Jamás hice aquellas labores que, en mis tiempos de colegio, había que presentar para aprobar una asignatura cuyo nombre no recuerdo. Afortunadamente no era necesario hacer examen, sólo había que presentar una pequeña muestra que, creo recordar, me hacían Flore o mi madre. Por supuesto yo nunca fui capaz.
El caso de Concha fue diferente. Con ella tampoco tuvo paciencia para enseñarla pero como "ponía mejor pinta" tenía más futuro.
Afortunadamente, antes de morir, mi madre tuvo tiempo de ver algunas de las labores de Patchwork que ya había hecho Concha. Además de lo mucho que le sorprendió ver que una de sus hijas era capaz de hacer labores, se sintió orgullosísima de ella. Concha sólo se limitaba a poner en práctica lo que, durante muchos años, había visto hacer a su madre.
En este enlace podéis ver alguna de sus obras maestras.
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